martes, 12 de diciembre de 2023

Chico raro

Algunos, por mi historia, pueden pensar que soy un chico raro.

Unos meses antes de la pandemia me noté extraño, pero no le quise dar importancia. Ahí todavía no sabía lo que se me venía encima; dolores de barriga, cabeza, náuseas, cansancio y ansiedad.

Nos encerraron en casa y al volver al instituto, sentía unos candados que no podía abrir en mi cabeza, creo que todo era mental. En clase me sentía como en una prisión, no tenía ganas de estar y terminé por no volver.

Me empecé a encerrar en casa y mi vía de escape era jugar día y noche al ordenador. Solo dormía, comía y jugaba. Todos los días eran iguales. Fue entonces cuando mi madre buscó ayuda y conocí a mi psicólogo. Me dijo una palabra muy rara: Agorafobia.

Días después, sonó el teléfono en casa; era Lucia, una de mis profesoras. Iba a empezar a venir a darme clases. En esas semanas me ayudó a confiar en mí y animarme a volver a clase.

Llegó septiembre y con mis nervios en la mochila, me planté en el instituto. Estaba en el sitio de siempre, pero yo ya no era el mismo chico raro.


Leumas.

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